lunes, 26 de abril de 2010

El conocimiento

En la clase de epistemología que se imparte en la maestría, se nos encomendó desarrollar un blog con la pregunta ¿Qué es el conocimiento?. Para ello, se nos previno que no debíamos adoptar ninguna postura filosófica, política, social, jurídica o cultural sobre el particular, sino señalar lo que ese concepto representa o significa para cada uno de nosotros, según nuestro más puro saber y entender; en ese entendido, expongo:

El ser humano es un explorador eterno, no deja de aprender y de preguntarse; sabemos que hay cosas mas allá de nuestros sentidos, aunque no las conozcamos o nunca hayamos estado allí, es decir, a pesar de la realidad que nos permite concebir la experiencia y los sentidos; de ese modo sabemos que existe Francia independientemente de que hayamos estado en ese lugar, sabemos del amor, de la amistad, del miedo y del respeto aunque no los podamos ver o representar físicamente y sin embargo experimentamos sensaciones que nos permiten identificarlos; entonces ¿cómo es que conocemos algo? o ¿por qué decimos que lo conocemos?.

El conocimiento no nace se hace; ya lo dice el viejo y conocido refrán: "Nade nace sabiendo" alguien más dijo "conócete a ti mismo", otro "la verdad os hará libres" y una frase, que es de mis favoritas, reza: "unos dicen lo que saben y otros saben lo que dicen pero no hay quien sepa todo".

Mas allá de lo pueda decirse científicamente, me quedo con la tesis de que el conocimiento es algo que se adquiere porque todo lo que se aprende surge a partir de las sensaciones, las emociones, la intuición y la experiencia. Cada día de nuestras vidas aprendemos algo nuevo y desde que somos niños se nos enseña, no importa el método, a que no corramos porque nos podemos caer y cuando caemos aprendemos a levantarnos y a curar nuestras heridas; sabemos que no debemos tocar un vidrio o las espinas de una sábila porque nos puede causar una herida, pero en cualquier caso es alguien más, casi siempre nuestros padres, quienes nos enseñan a reconocer el peligro de nuestras acciones y cuando no caemos en cuenta de ello o nos importa muy poco, el dolo, el sufrimiento, la pena, nos demuestran que la decisión no fue la mas correcta.

Así, desde niños tenemos una pregunta constante ¿Qué es eso? y una vez que vamos teniendo consciencia de lo que se nos transmite, inmediatamente damos el salto hacia la pregunta del millón: ¿Por qué? y trascendemos ¿Para qué? o ¿Cómo?. Es decir, la realidad que nos rodea siempre nos es trasmitida como una verdad hasta cierto punto incuestionable.

A partir de las respuestas que nos otorgan otras personas es como vamos conociendo nuestro entorno. Sabemos quienes son nuestros padres porque ellos así nos lo refieren y de ese modo, sabemos de la existencia de ciertas cosas, situaciones, personas y lugares, de modo que les vamos asignando nombres para identificarlos y distinguirlos de otros similares, pero seguramente que todo ello lo debemos a la perspectiva de otro y también así vamos comprendiendo la realidad hasta crear conceptos, a partir de las ideas o representaciones de otro, forjando nuestra propia percepción.

Al crecer y desarrollarnos como seres sociales, interactuamos más allá del circulo de confianza que nos brinda la familia y nos relacionamos con otras personas y enfrentamos otra realidad. De ese modo, el campo primario de apreciación o percepción de la realidad se va acrecentando hasta desdibujarse. Aprendemos a usar los cubiertos, a dominar nuestros instintos fisiológicos, a sujetarnos a un horario y una disciplina, así como a comunicarnos con otros seres humanos.

Paulatinamente y sin darnos cuenta, dejamos atrás ciertas ideas o concepciones de la realidad y adquirimos otros; en ese proceso, nuestros padres se ven sustituidos por otros sujetos llámense maestros de escuela o de algún oficio, arte ciencia o actividad; la escuela de la vida - se dice-, es la gran maestra; así existen doctores que no saben arreglar un corto circuito hogareño, mecánicos que no saben operar un apéndice, científicos que no pueden cosechar un frijol y campesinos que ignoran la física cuántica; sin embargo, cada uno de ellos conoce o sabe las técnicas y los métodos de su propia rama del saber según la realidad en que se encuentran, perciben y se desarrollan.

De este modo, el conocimiento se presenta como un estado o condición de quien conoce o sabe algo, pero también el contenido sabido o aprendido que forman esa concepción; de modo que es la percepción del objeto de conocimiento por un sujeto que conoce o se acerca a ese objeto para conocerlo, y la relación que surge mediante un proceso de reflexión, para asignarle o determinar en él cualidades y cantidades a fin de significarlo o representarlo.

A esta percepción de la realidad es la que llamamos conocimiento en su más pura expresión, es decir, sin calificativos ni juicios de valor. En consecuencia, el conocimiento es una abstracción intelectual, una representación mental desarrollada por la asignación de significados a las cosas y las personas en un espacio y tiempo determinados.